miércoles, 29 de julio de 2009

clasificación de las cosas

Hace unos días, cada tanto cierro los ojos y recuerdo, cuando sentía aquellas cosas. Vamos a decirle cosas, porque no quiero que se despierten por su nombre, ni que interrumpan este viaje interior. Menos saber qué hice con ellas, donde las dejé perderse hasta el olvido. Pero volvamos a la situación inicial, antes de pensar a que saben esas cuestiones, estuve imaginando eso que vi con mis propios ojos, ese tren que se alejaba mientras subía en la desolación, un silencio que envolvía a lo lejos el lugar donde vivían algunos tantos desconocidos. Y miraba desde mi ventana, preguntándome que distancia es la suficiente, cuánto necesito alejarme. Imaginaba un mapa de la escuela primaria, cuando escribía los nombres de las provincias y los países limítrofes, soñaba con irme a conocer incontables lugares. La sensación de la que hablo es la de saberse el cuerpo lejano, ubicado en la latitud de la memoria, donde lo corriente cobra un significado sorprendente. Pasamos varios pueblos, perdidos en la ruta, antes de caer el sol, desde mi ventana pude ver una familia entera en plena ceremonia, pues saludar con alegría, aquello que no pasa cada quince minutos, hizo sentir el corazón de nuevo, y las cosas que aquél le sucedieron pude verlas dibujadas en el cielo. Pero no las llamaremos por su nombre, al menos no todavía.

miércoles, 22 de julio de 2009

desaguar

Esto sucedía a orillas de un río, en un espacio oscuro, cerrado. A la izquierda se observaban unas columnas de color gris que precedían la oscuridad. Sobre unos escalones llenos de musgo, como si fueran parte de la bajada de una pileta angosta y abandonada, tendía las prendas que llevaba en un pequeño bolso.
Con suficiente cuidado, intentaba que queden embebidas en el agua turbia del río. Pero la desesperación llegó a mi, cuando un pantalón se hundió por completo, intenté sacarlo pero fué en vano, pues no aparecía. Entonces, tuve que desagotar el río. Aparentemente no había otra opción.
El alivio de encontrar mi prenda favorita se vió contrarrestado por el miedo que sentí al ver dos gatos huir despavoridos por la presencia de una pequeña caja negra que se encontraba en el fondo de donde hacia instantes había un tenebroso río.
Me acerqué, abrí la cajita. Pude ver que adentro había un par de guantes negros muy elegantes, habían pertenecido a una muerta y ahora formaban parte de un daño contra mi. Los gatos alrededor, miraban con desprecio la situación. Por mi parte comencé a gritar desesperadamente por todo lo que eso significa.

domingo, 19 de julio de 2009

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Entonces me levanté y empecé a caminar, vi pasar los autos, miré el cielo, puse mis manos en los bolsillos me dije para adentro. Iré. Entonces de repente L era un chico de esos que pobre los borré así como enojada sin estar enojada. Nos empujábamos un poco mientras los planos se confunden como si fuera una película mal hecha pero de las que me gustan.
Ahí es cuando aparezco en el tren. Subo con el alivio de viajar hacia allá. De ver los colores apaciguados y un silencio que te deja sordo por tanto ruido. Los pasajeros se encuentran en un estado similar al mío. Puedo verlo en los ojos de cada uno de ellos. Este tren se dirige donde el dolor se olvida y las cosas empiezan a flotar en esferas que salen de nuestra boca como si fueran burbujas. Si si así es, es de no creer.
El vagón donde me encuentro, tiene apariencia de aula, estoy sentada sola. Miro hacia abajo para atrás, y veo unos zapatos de un color raro con pintitas de diferentes tamaños. F me contó que se los había regalado su madre, es gracioso porque yo no la conocía a esa chica y sin embargo ya lo sabía, tanto su nombre como la historia.
Pienso en como se filtran los colores y en realidad es algo que nunca recuerdo, pero hablaba de uno rojo y otro más. Una chica que está sentada a mi derecha, tiene una cámara gigante como un zapato de pie grande. Pienso que está buenísima, su última fotografía me parece tan hermosa que me conmueve.
Cuando llegamos era de noche, ese paisaje me dolía en el cuerpo entero. Caminé por una calle que bajaba hacia una gran avenida desolada. A mi alrededor los arbustos eran de 10 verdes diferentes y tenían medidas de seguridad. Ambulancias sonaban en mi cabeza, pero no había tránsito si quiera. Antes de llegar a la avenida, había un teléfono público, de aquellos que parecían un caparazón gigante y ahuecado. Era de color azul, no marco ningún número, pero una voz masculina y adulta, me indica que no podía acercarse, porque la muerte estaba cerca.
El punto es que al otro día de este último sueño, todo lo sucedido detrás de mis ojos era un poco extraño. Hoy todavía nosé, porque después del día de ayer soñé otra cosa medio macumba. Es claro que hoy no es hoy sino el ayer de hace unos días atrás. Estoy soñando demasiado y desordenando los relatos.

jueves, 16 de julio de 2009

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Ayer parece que fué un día extraño, al despertarme, me dí un golpe muy fuerte contra la pared. No es la primera vez que sucede algo así porque sino era la pared era la mesa de luz , pero han pasado muchos años ya de aquellas experiencias y había olvidado mi torpeza matutina.

Viajé escuchando mi canción favorita desde hace unos meses, cinco veces seguidas fácil, creo que me enamoré de la voz de ese hombre, y vuelvo y la canto yo por lo bajo y bailo sentada, en fin eso no es importante, pero tengo ganas de escribir hasta el cansancio de los otros. Llegué al lugar indicado y caminé con P. hasta una plaza, nos sentamos y conversamos un poco, hacía tiempo no nos veíamos asi que no fué poco sino mucho. En un momento se acerca un hombre vendiendo muchas cosas, pero es la primera vez que alguien viene y me vende algo que necesito con urgencia, bien, luego se acerca un payaso y me dá un papel, me niego, tiene forma de corazón, me niego más, me dice que me lo regala y yo pienso en que no tengo monedas para darle, ni trabajo ni nada para regalarle y me pongo seria, lo agarro, leo el corazón y dice ¡AMATE!, sonrío con verguenza, es la primera vez que alguien viene y me dice algo que necesito. Lo guardo en el bolsillo secreto de mi bolso, y pienso muchas cosas. Vuelvo a mirar a P a su rostro, lo descubro, hacía tanto no veía a P. Se acerca un hombre, pregunta: ¿han visto mi manta amarilla? No... ¿Seguro?, la estaba llevando por acá recién... la respuesta es la misma... Al rato escucho algunos gritos, este hombre estaba peleandose con otro y en el medio una manta amarilla. Me reconforta saber que la encontró, viene la policía, hombre nº 2 acusa de robo a hombre nº 1. Le robó un bolso azul con toda su ropa. Hombre nº1 acusa tener solamente una manta amarilla, parecía un niño, pienso muchas otras cosas y veo como se vá. Y el otro gritaba, quería pegarle de nuevo, culpa de el bolso azul. Cerca de nuestro asiento un chico miraba el suceso, se dá vuelta y nos sonreímos con cara de algo que no puedo explicar.
Le cuento a P acerca de todos los sueños que estoy teniendo, me siento algo así como RHUFGUrtfusdfdsjfhnsdgujbsdft ¿entendes? Osea yo sé que es algo de mi cabeza pero es como vivir en otra realidad de la que no se puede ansaudxmgdf.

lunes, 13 de julio de 2009

seis del siete

Era como un desierto, estaba esperando mi turno apoyada en una pared de color blanco. Veía avionetas de color beige en el cielo, que se iban en distinta dirección.
Del deseo de volar me moría y la noche caía despacio, la mutación de los colores por variación de la luz,
no dejaba de asombrarme.
Ayer y hoy llovió un montón, tanto que me quedo pensando, como si volara en realidad y lloviera en el sueño.

lunes, 6 de julio de 2009

barrio frágico





Los que saben el secreto,
Visitan la montaña tan de cerca que..
a veces es el agua,
otras son las rocas.
Pero la misma inocencia,
les llueve de noche.
Y el aire también les falta ..
adentro del mar.