Ha dicho una verdad y se tapó la cabeza con la sábana. Para que no lo vean conciliar el sueño, siente que algo acaricia su retina como si fuera la más dulce de las amenazas. Por su grosor y textura puede entender que se trata de un hilo que juega hasta que se extiende, se aleja y siente que algo tan delgado se quiebra, es un sonido tan tenue que solo lo percibe desde el momento que se imagina esa sensación que produce la ruptura cuando algo tan fino y delgado estalla en lo invisible.
Siente como si su boca ha sido quien desgarró sus hebras, desarmandose en todas aquellas palabras carentes de sabor, las mismas que flotan en el espacio sin sus respectivas respuestas y aquellas que florecen en el imaginario. Quisiera regalarse al fuego, caerse desde un abismo, pero su cuerpo vacío aparece inmóvil en su cuarto, pasan los días azules, y nunca es la primera noche, porque no hay tiempo ni color que demuestre que su espera a finalizado. Siente que está muerto y quiere vivir. Esa es la verdad que baila en las partículas que nos componen, esa es la que le ha besado los ojos que expectantes sabían el techo de memoria.
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