De mi cuaderno:
Mochilas gigantes, una espera en la terminal de igual tamaño.
La ruta, cielo gris y relàmpagos.
Grillos vivos y muertos,
un cementerio en el medio de la nada, venta de alfalfa y una fàbrica de cereales.
Sol, Termas de Rìo Hondo y la ruta km 34.
Un accidente, dos muertos a la vista, una casa con piscina, otra con pelopincho
El Club atlètico Forres y càscara de banana abajo del asiento de adelante.
De mi cabeza:
Tucumàn, calor, pizza y la casita de. Coca bien fría.
Tucumàn, calor, pizza y la casita de. Coca bien fría.
Fumar duraznos y algunos encuentros. Pachamama, cerveza, compartir la habitación con dos viejos.
La virgen, el río, las ruinas. Huir. Dos porteños amistosos.
Salta, empanadas, pileta y hospital.
LLuvia, telefèrico y baile. LLanto.
Jujuy, la puna y las nubes, el carnaval en Tilcara, las cordobesas, los caprichosos.
Soy alèrgica, la peña, el hostel, las amistades particulares. El diablo y el entierro.
Humahuaca, el resfrío en Iruya, el amor imposible, La quiaca y Bolivia, una amiga nueva y gendarmería.
Una charla con el artesano, los mayas, Yavì, lo que sucede allà, las cholas, sorpresa en Tilcara, Purmamarca.
La felicidad, la sal, el sol, la altura, el amigo y su novio, la diversión, los uniformados de civil, la odisea.
Toxicomanía. Las 22 horas de libertad en un micro de vuelta.
De mi pasado:
Los dìas de pomelo y catastrómica de un febrero que se aleja del calendario que ya no usa bikini.
Los dìas de pomelo y catastrómica de un febrero que se aleja del calendario que ya no usa bikini.
De mi presente:
La necesidad de irse de acà.
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